Los vientos son hijos del Sol. Fluyen. Sin él no serían más que caóticas sopas de moléculas sin vida. Atraparlos, tejerlos y liberarlos, esa es nuestra misión.

domingo, 14 de junio de 2009

Tienes que ser un buen chico

Cuando era solo un niño su madre le dijo: ‘Hijo, tienes que ser un buen chico, como papá: no aceptes caramelos de desconocidos ni salgas con chicas hasta que no acabes la universidad’. Pero con 13 años empezó a tontear con chicas y ya en la universidad conoció lo que era las mujeres de verdad, o eso creía él. Antes, fue el alcohol en grandes dosis, ingestiones compulsivas, justo como mamá jamás hubiera soñado. Pero sin duda, la palma se la llevaron los psicotrópicos de colores que empezó a tomar desde bien joven en los desayunos: amarillos, azules, blancos, de coloridos efectos primarios y poco estimulantes efectos secundarios.

Así, la vida transcurría con absoluta normalidad, como un tren de mercancías cargado de dinamita: las drogas prescritas, el alcohol sin prescripción y las mujeres yendo y viniendo como el ruido de un coche viejo. El tiempo y el hígado le sentaron la cabeza y gracias a ello, y a la casualidad, conoció a la madre de sus hijos. Pronto vinieron los niños y sus llantos sustituyeron por un tiempo al scotch, aunque nunca sus berridos pudieron con las pildoritas de colores, que se resistían, como gato al agua, a abandonar la dieta que tanto le engordaba. En un santiamén, los dos niñitos tomaron la comunión, como dios manda, vestiditos de marinero y elegante hombre de negocios.

Una mañana de domingo, justo después de leer el periódico, mientras ella regaba las macetas y los niños destrozaban el equipo de música, se pregunto si aquella señora era realmente su mujer ideal. ¿Cómo distinguirla de los millones de mujeres que campaban a sus anchas por las calles, oficinas, discotecas y revistas de lencería? La bebida no le trajo la respuesta pero, durante un tiempo, le ayudó a llevar con dignidad aquellas terribles dudas. No fue hasta otra mañana de domingo que la solución al enigma vino a su encuentro. Aquel día, su preciosa mujercita preparó la comida, vistió a los niños de pontifical y antes de las 12.00 los reunió a todos en torno a la mesa camilla y les dijo así: “Hijos, tenéis que ser buenos chicos, como papá: no aceptéis nunca caramelos de desconocidos ni salgáis con chicas hasta que no acabéis la universidad”. No cabía duda, mamá estaba de nuevo en casa y ya nunca lo abandonaría.


4 comentarios:

  1. Dirán que soy parcial, pero es excelente. Aquí te dejo un enlace porque me ha parecido curiosa la celebración. Un abrazo.
    http://bilbaolimerick.blogspot.com/2009/06/bloomsday.html

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  2. Pues con no decir que somos hermanos arreglado :-)

    Besos
    P.D. No me olvido del amigo Montaigné. Necesito pasar el mes de Junio para respirar un poco y centrarme en otras cosas.

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  3. Todo vale si termina en un " y fueron felices"
    b

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  4. ... y comieron perdices. Pero, ¿realmente crees que estos 4 fueron felices?

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